ANTECEDENTES
La cultura japonesa tiene un carácter semiaislacionista, es algo muy propio, aunque las ideas, por lo general, llegaron del exterior, de culturas superiores, como la coreana o la china.
Los japoneses asimilaron y reinterpretaron magistralmente materiales y conceptos estéticos y filosóficos, logrando crear un arte singular, caracterizado por su refinamiento y exquisitez, donde lo pequeño, liviano y reemplazable llega a superar grandes realizaciones de otras culturas.
Las realizaciones japonesas parten del carácter que imprimen las condiciones de vida en las islas, donde siempre se vive bajo la amenaza de los terremotos, los corrimientos de tierras, los tifones, los maremotos y el fuego. Esto ha provocado en el espíritu japonés una veneración a las fuerzas de la Naturaleza que se manifestará en el sintoísmo y más tarde en el zen. También se asimiló en Japón el budismo, aunque ello provocó inicialmente un periodo de cruentas luchas pues muchos veían en esta nueva religión el fin del sintoísmo. Pronto se vio que no era así, que no interfería con los rituales sintoístas.
La introducción del budismo fue un hecho de capital importancia en Japón pues supuso la introducción desde China de la escritura, desconocida hasta entonces en este país. Al mismo tiempo que la filosofía, llegaron las formas artísticas que comporta la celebración de los rituales budistas, que también vinieron desde China, una cultura muy refinada y muy superior por entonces, siglo VI, a la japonesa. Se inicia así un periodo de gran florecimiento del arte pues se edifican templos, se erigen estatuas y se necesitan un sinfín de complementos para realizar el culto.
La cultura japonesa vive por tanto en este periodo bajo una dependencia absoluta de la cultura china, que poco a poco va reinterpretando y nacionalizando, hasta el siglo XII, momento en el que ya se puede hablar de una cultura propia.
Sin embargo no es hasta el siglo X cuando se desarrolla el Hiragana, un silabario adaptado a los sonidos japoneses y por tanto una caligrafía propia. Hasta ese momento se utilizaba la caligrafía china.
Durante el siglo XIII China, bajo la dominación de los mongoles, intenta invadir Japón en dos ocasiones. Estos intentos de invasión de las islas provocaron una militarización de la sociedad y suponen el ascenso de la clase guerrera: los samurais. Se producen luchas entre los clanes de samurais , creando una situación de inseguridad que hace que la población civil se instale alrededor de las fortalezas de los señores, buscando su protección potenciándose así el desarrollo de las ciudades.
Durante este siglo se difunden por Japón las enseñanzas de la secta budista Zen, que propugnaba una nueva vía hacia la iluminación, alejada de dogmas y folclores rituales, centrada en la contemplación como único medio para conseguir el estadio nihilista. Esta filosofía no conoce dios ni culto, ni se puede transmitir con palabras, sólo sugerir mediante símbolos que conducen a ese estado. De ahí deriva la unidad entre contemplación, intuición, poesía y estética, que se manifestará en la ceremonia del té (Chanoyu), el arreglo floral (Ikebana), la arquería (Kendo), el teatro No, los Haikurus (poemas de diecisiete sílabas), la caligrafía y la pintura.
El Bushido, código moral de los samurais, tendrá muchas concomitancias con esta filosofía, por lo que los samurais lo apoyaran y favorecerán la construcción de templos por todo el país. Templos que serán construidos y decorados impregnados por esta filosofía, y, por lo tanto, alejados de todo manierismo y decorativismo, con un sentido conceptual y sobrio que no ha sido asimilado por occidente hasta la segunda mitad del siglo XX.
Las luchas civiles continúan hasta el siglo XVI en que se inicia un nuevo orden, prevaleciendo una alianza entre tres clanes que logran la reunificación del país imponiendo un rígido control del poder central mediante el establecimiento de un sistema burocrático muy rígido que controlaba casi todos los aspectos de la vida. Este periodo se conoce como la época MOMOYAMA, en la que la capital estaba en Kyoto. En esta época tuvieron lugar los primeros contactos con occidentales (1542), lo que tuvo consecuencias rápidamente, pues conocieron las armas de fuego y esto hizo que los shogunes empezaran construir fortalezas de piedra y no de madera como se hacía hasta entonces.
La escuela KANO y la escuela TOSA serán las que decorarán los castillos feudales del periodo MOMOYAMA, caracterizándose por un estilo decorativo y colorista y por la representación de escenas de la historia japonesa.
En los primeros años del sigo XVII la capital se traslada a Edo, la actual Tokio, con motivo del nombramiento de un nuevo SHOGUN (generalísimo) Tokuawa Ieasu, con lo que se inicia el periodo EDO. Bajo su mandato se prohibe todo contacto con el exterior, se expulsa los extranjeros, se prohibe el cristianismo e incluso se llegó prohibir la vuelta a Japón de los ciudadanos japoneses que se encontraban en el extranjero.
Este aislacionismo se debía al miedo que la clase dominante tenía a que las nuevas formas de pensamiento que traían los occidentales amenazasen la estabilidad social y los privilegios de que gozaban. Los Tokugawa adoptaron el confucionismo como base ideológica, con lo que la estructura social tiene una rígida jerarquización, en cuya cúspide se encontraba, teóricamente, el emperador, aunque el poder absoluto lo ejercían los Tokugawa. Sin embargo, en este periodo se inicia una cultura eminentemente urbana en la que el peso de las religiones, aunque está todavía presente, se diluye ante otros factores económicos y sociales.
En este periodo las escuelas TOSA y CANO se siguen desarrollando al servicio de la aristocracia, convirtiéndose en un arte decorativista y oficial sin nada nuevo que aportar. Como reacción a este academicismo y en consonancia con el florecimiento de una clase media formada por artesanos y comerciantes, surgen diferentes escuelas alejadas de la rigidez cortesana, que tendrá gran éxito, y que significarán el triunfo de la cultura urbana y de la que sería su máxima expresión: los grabados UKIYO-E.
El periodo EDO se extenderá hasta 1868, año en el que se produce la restauración del poder imperial con la reforma MEIJI, que supuso el paso a una monarquía parlamentaria y el fin del aislamiento.
La apertura de Japón permitió el inicio de la influencia de la estética japonesa en Europa que afectó a todos los campos de la artesanía y el diseño, impulso nuevas tendencias constructivas e irrumpió como una revelación en la pintura moderna, influyendo de forma muy evidente en pintores como Edouard Manet, Edgar Degás, Van Gogh, Paul Gauguin, Henri Toulouse-Lautrec, etcétera
En Japón, la apertura trajo consigo el que se importaran todo tipo de bienes culturales occidentales. La fotografía y las técnicas de impresión occidentales se adoptaron con entusiasmo, lo que llevaría al ocaso del arte del UKIYO-E.
EL GRABADO
Aunque las técnicas de la impresión xilográfica ya se conocían en Japón desde el siglo VIII, imprimiéndose con esta técnica sutras budistas, o reproducciones de deidades budistas, esta técnica se perfeccionó en el siglo XV unida a la publicación de textos y libros.
Al principio de la era EDO, la tipografía sólo se desarrollaba en Kioto y Osaka, pero pronto se inició su desarrollo en la nueva capital, Edo (Tokio) pues el rápido aumento de la población hizo que hubiese una gran demanda de libros. En lugar de enviar los libros, se mandaban las planchas, creándose talleres donde se hacía las copias. Pronto, con la llegada de artesanos y escultores a la ciudad, se fueron elaborando planchas de impresión en Edo siendo los mismos libreros importantes de Kioto y Osaka los que establecieron talleres, contratando dibujantes, xilógrafos y grabadores.
La mayoría de las xilografías de entonces eran obra de artistas poco conocidos y se usaban en la impresión de sencillos libros de entretenimiento y material didáctico. Las láminas de tinta eran monocromas (SUMIZURI-E) y más adelante se iluminaron, primero con rojo bermellón, verde y amarillo (BENIZURI-E) introduciéndose la policromía (NISHIKI-E) en el siglo XVIII.
Los libros ilustrados se hicieron muy populares y fueron apareciendo libros sobre las costumbres y las fiestas con estampas de artistas famosos. Especialmente grande era la demanda de libros con escenas sobre el barrio del placer y sus cortesanas, y sobre el teatro y los actores del KABUKI, eran los llamados “EHON” (libros ilustrados).
Al principio las ilustraciones no iban firmadas, aunque se trataba de grabados de calidad, de ahí que podamos suponer que algunas de ellas fueron obra de Moronobu y otros artistas que más adelante serían reconocidos como importantísimos maestros de la xilografía. Ya en el último tercio del siglo XVI se podían encontrar estampas sueltas.
Por lo general, el artista trazaba la línea o la mancha con el pincel de tinta sobre un fino papel traslúcido. Tenía que guiar el pincel con una seguridad tal que le permitiera trazar contornos exactos, tanto en las pinceladas crecientes como decrecientes, así como finísimas líneas y manchas uniformes. La hoja se pegaba después con el dibujo hacia abajo sobre una plancha de madera de cerezo o de boj, de forma que el dibujo invertido quedara visiblemente fijado sobre la superficie de madera. El grabador se hacía cargo de la tarea siguiente. Utilizando el buril, vaciaba las superficies negras cortando con extrema precisión a lo largo de los contornos del dibujo. Las superficies que debían quedar en blanco o recibir después otra impresión en color, se profundizaban con la gubia en el taco de madera. Después se tiraba una prueba de la matriz en la que el artista indicaba los colores para las siguientes planchas. Se llegaban a cortar hasta diez planchas para los grabados en color.
Los artistas japoneses se formaban en escuelas que dependían de talleres dirigidos por un maestro.
Las escuelas basaban sus enseñanzas en las copias de modelos que consideraban que concentraban con gran exactitud la experiencia pictórica de siglos. Su fin no era que los alumnos consiguieran la imitación externa de los estereotipos, sino que captasen el sentimiento que anima la pincelada, cuyo movimiento debía coincidir con el modelo. Se enseña que la mirada no sólo debe comprobar la forma de las líneas, si no que con el mismo cuidado debe comprobar los espacios intermedios. Las líneas se trazan de una sola vez; el alumno tiene que dominar la técnica hasta conseguir que el trazo sea correcto al primer intento, ya que no es posible corregir un dibujo a tinta china.
La suma de los motivos y rasgos estilísticos configuraban una escuela determinada.
Respecto a la xilografía del UKIYO-E, aunque hubo varias escuelas muestran una imagen unitaria, por la amplitud de temas que tocan y por las técnicas empleadas pues las innovaciones van siendo adoptadas por todos los artistas y talleres.
Los UKIYO-E se caracterizan por la temática que introducen, que pretende mostrar “el mundo que fluye” el mundo fugaz y efímero, la vida cotidiana, figuras femeninas, escenas eróticas, hechos históricos, espectáculos, fiestas paisajes, etcétera. La gran difusión está directamente relacionada con la venta fácil de estas obras que tenían una gran demanda entre la clase media ya que tanto se vendían en libros y carpetas como en hojas sueltas.
Algunos maestros del UKIYO-E
Puesto que fueron muchísimos los artistas que publicaron láminas de UKIYO-E, sólo vamos a referirnos a algunos de ellos especialmente conocidos y reconocidos como grandes maestros de este género:
- MORONUBU: Hishikawa Moronobu. 1618 (quizá 1625)-1694. Hijo de un tintorero y bordador, nació en Hoda, en la bahía de Edo. Es posible que ya en su juventud llevara a cabo algunos dibujos utilizados por su padre para costosos ropajes, de donde se explica su predilección por los detalles y motivos decorativos Al llegar a Edo, en los años sesenta, se concentró enseguida en el arte ukiyo-e. Por aquella época, la xilografía se encontraba todavía en los albores. Se le puede considerar el auténtico creador de la xilografía como género independiente y su primer gran maestro. El delicado juego lineal de sus figuras se convirtió en el ideal del ukiyo-e, y el ímpetu de su composición, aunque imitado por muchos, sólo fue alcanzado por unos pocos maestros posteriores. Funda la escuela Hishikawa, también llamada escuela Edo que se propuso representar la vida de la época. De Moronobu se han conservado unos 150 libros de xilografías con el tradicional grabado en blanco y negro, especialmente sobre temas históricos y literarios, pero también carpetas de motivos para quimonos, libros ilustrados de ukiyo-e y series eróticas.
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- MASANOBU: Okumura Masanobu. 1686-1764. Hijo de un pintor fue vendedor de libros al por mayor, editor y escritor de poemas cortos. En su época se evoluciona del grabado en madera en negro hacia la policromía, proceso en el que él tuvo una participación destacada durante cincuenta años. Se le adjudica la invención del grabado bicolor y tricolor y la primera aplicación del grabado alargado. En su editorial fomentó especialmente la nueva xilografía en color e imprimió también algunas de sus obras. Como pintor Masanobu se dedicó a los temas más diversos. Sus protagonistas procedían de las leyendas épicas, el teatro y la vida en las casas públicas, representando además animales y paisajes. Muestra la influencia europea en la acentuación de la perspectiva. Su obra fue muy copiada, falsificando incluso la firma. Intentó defenderse en vano introduciendo firmas muy detalladas y largas.
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- HARUNOBU: Suzuki Harunobu. 1725-1770, trabajó de 1760 a 1770. Nació y trabajó en Edo, siendo uno de los xilógrafos más importantes de su época. Participó decisivamente en el desarrollo del nishiki-e. En sus obras se aprecia el estudio de la escuela Kanô y los artistas chinos. Es el pintor de las mujeres hermosas (bijin-ga).
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- UTAMARO: Kitagawa Utamaro. 1753-1806, trabajó de 1775 a 1806. La abundancia y diversidad casi ilimitada de su obra ha dado pie a muchos entendidos para considerarle el maestro más importante de la cromoxilogafía japonesa clásica que llevó a su máximo perfeccionamiento. Tras la muerte de su padre se traslado a Edo donde se incorpora en 1775, al taller del pintor Sekien que quizá estuviera emparentado con él. En 1782 abandonó a Sekien. En los años noventa su estilo ya estaba completamente formado y dominaba con sus bijin-ga, mujeres hermosas, el género del ukiyo-e. Lo que le caracteriza sobre todo es el talento compositivo y el uso seguro de la técnica, que se demuestra en la combinación de diversos procesos de impresión, en el grabado en relieve y la aplicación de polvo de plata y oro, así como en el delicado colorido rico en matices. Ningún otro maestro del ukiyo-e se dedicó con tanto éxito a la representación de mujeres hermosas. Prefería los colores frescos y claros, a menudo sobre un fondo brillante con polvo de oro o de nácar espolvoreado por encima. Realizó excelentes libros ilustrados de historia natural con insectos, moluscos, plantas, pájaros... Junto a Utamaro fue uno de los primeros artistas japoneses conocido en Europa. Toulouse-Lautrec fue un gran admirador suyo.
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- SHARAKU: Toshusai Sharaku. De 1770, aproximadamente a 1825. Trabajó en Edo. Su obra es tan genial como misteriosa y enigmática su vida sobre la que apenas se sabe nada. Surge de la oscuridad de la historia, trabaja sólo durante nueve meses, deja 144 obras y vuelve a desaparecer sin dejar huella. Junto a algunas representaciones de luchadores, realizó casi exclusivamente retratos de actores del kabuki Tiene un intenso trazado de la línea y el uso acertado de los contrastes cromáticos, aprovechan todas las posibilidades técnicas de la cromoxilografia. Con sus retratos hiperrealistas, a menudo poco favorecedores, terminó por ganarse la desaprobación del público y el odio de los actores. El público japonés no estaba preparado para el realismo penetrante de Sharaku y su caricatura psicológica, revolucionarios para el ukiyo-e, de ahí que pudieran ser responsables de su cortísima carrera.
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- HOKUSAI: Katsushika Hokusai. 1760-1849, trabajó de 1779 a 1849. Nació en las afueras de Edo. Es uno de los grandes maestros de la cromoxilogarfía japonesa. Comenzó a pintar a la edad de seis años. A los dieciocho años entra como aprendiz en el taller del maestro de ikuyo-e Shunshô. En 1779 se publicaron sus primeros trabajos retratos de actores bajo el nombre de Shunro. En los años siguientes aprendió con distintos pintores y estudió la pintura europea. Hacia 1805 comenzó a estudiar la pintura china y el arte de la ilustración ocupándose sobe todo de la ilustración de novelas. A partir de 1814 comenzó a editar libros de dibujos, los “manga”, reproduciendo en quince carpetas de estilo realista, la vida y la actividad del pueblo, la vida cotidiana, escenas mitológicas, animales, plantas y paisajes. Las series más famosas son “36 vistas del Fuji” y la obra en tres volúmenes “100 vistas del Fuji”. Están consideradas como las obras cumbre de la pintura paisajística japonesa y la cima de la carrera del artista. Su obra abarca unas 30.000 estampas, así como ilustraciones para unos 500 libros. Contribuyó a dar una nueva magnitud a la pintura del ukiyo-e y convirtió el paisaje, así como la pintura de flores y pájaros, en un género autónomo y reconocido. La influencia de Hokusai se debe a su audacia en la combinación de los colores, las perspectivas y los detalles, así como la naturalidad de la representación que a veces presenta un realismo drástico.
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- HIROSHIGE: Utagawa Hiroshige. 1797-1858, trabajó de 1818 a 1858. Fue el último gran maestro del ukiyo-e. A los catorce años ingresa en la escuela de Toyohiro, maestro de ukiyo-e. A la muerte de Toyohiro, en 1828, se hace cargo del taller y adopta su nombre como Toyohiro II. Firmó su primera publicación, una ilustración de un libro en 1818. Estudió también el estilo Kanô. Hasta 1830 se ocupa, como su predecesor, de las representaciones figurativas, realiza estampas de muchachas, actores y guerreros. Tras la muerte de Toyohiro pasa a los estudios del paisaje y la naturaleza. No alcanzaría a fama hasta 1833/34 con las “53 estaciones del Tokaido”, la gran vía imperial que unía Edo con Kioto. Sus paisajes presentan un colorido que reproduce el ambiente de la naturaleza a distintas horas del día y durante las estaciones del año, con lluvia, nieve, viento, en la oscuridad de la noche o en el crepúsculo vespertino. Tiene también delicadas láminas de flores y pájaros. Su obra comprende más de 5.400 xilografías. Influyó también en el arte occidental, sobre todo en los impresionistas que pudieron contemplar sus grabados en las exposiciones universales parisinas de 1855, 1867 y 1878. Vicent van Gogh adquirió varias estampas suyas.
BIBLIOGRAFÍA
Grabados japoneses: Gabriele Fahr-Becker
Historia Universal del Arte: Espasa
Historia Universal del Arte: Sarpe
Historia Universal del Arte. Planeta
La cultura japonesa tiene un carácter semiaislacionista, es algo muy propio, aunque las ideas, por lo general, llegaron del exterior, de culturas superiores, como la coreana o la china.
Los japoneses asimilaron y reinterpretaron magistralmente materiales y conceptos estéticos y filosóficos, logrando crear un arte singular, caracterizado por su refinamiento y exquisitez, donde lo pequeño, liviano y reemplazable llega a superar grandes realizaciones de otras culturas.
Las realizaciones japonesas parten del carácter que imprimen las condiciones de vida en las islas, donde siempre se vive bajo la amenaza de los terremotos, los corrimientos de tierras, los tifones, los maremotos y el fuego. Esto ha provocado en el espíritu japonés una veneración a las fuerzas de la Naturaleza que se manifestará en el sintoísmo y más tarde en el zen. También se asimiló en Japón el budismo, aunque ello provocó inicialmente un periodo de cruentas luchas pues muchos veían en esta nueva religión el fin del sintoísmo. Pronto se vio que no era así, que no interfería con los rituales sintoístas.
La introducción del budismo fue un hecho de capital importancia en Japón pues supuso la introducción desde China de la escritura, desconocida hasta entonces en este país. Al mismo tiempo que la filosofía, llegaron las formas artísticas que comporta la celebración de los rituales budistas, que también vinieron desde China, una cultura muy refinada y muy superior por entonces, siglo VI, a la japonesa. Se inicia así un periodo de gran florecimiento del arte pues se edifican templos, se erigen estatuas y se necesitan un sinfín de complementos para realizar el culto.
La cultura japonesa vive por tanto en este periodo bajo una dependencia absoluta de la cultura china, que poco a poco va reinterpretando y nacionalizando, hasta el siglo XII, momento en el que ya se puede hablar de una cultura propia.
Sin embargo no es hasta el siglo X cuando se desarrolla el Hiragana, un silabario adaptado a los sonidos japoneses y por tanto una caligrafía propia. Hasta ese momento se utilizaba la caligrafía china.
Durante el siglo XIII China, bajo la dominación de los mongoles, intenta invadir Japón en dos ocasiones. Estos intentos de invasión de las islas provocaron una militarización de la sociedad y suponen el ascenso de la clase guerrera: los samurais. Se producen luchas entre los clanes de samurais , creando una situación de inseguridad que hace que la población civil se instale alrededor de las fortalezas de los señores, buscando su protección potenciándose así el desarrollo de las ciudades.
Durante este siglo se difunden por Japón las enseñanzas de la secta budista Zen, que propugnaba una nueva vía hacia la iluminación, alejada de dogmas y folclores rituales, centrada en la contemplación como único medio para conseguir el estadio nihilista. Esta filosofía no conoce dios ni culto, ni se puede transmitir con palabras, sólo sugerir mediante símbolos que conducen a ese estado. De ahí deriva la unidad entre contemplación, intuición, poesía y estética, que se manifestará en la ceremonia del té (Chanoyu), el arreglo floral (Ikebana), la arquería (Kendo), el teatro No, los Haikurus (poemas de diecisiete sílabas), la caligrafía y la pintura.
El Bushido, código moral de los samurais, tendrá muchas concomitancias con esta filosofía, por lo que los samurais lo apoyaran y favorecerán la construcción de templos por todo el país. Templos que serán construidos y decorados impregnados por esta filosofía, y, por lo tanto, alejados de todo manierismo y decorativismo, con un sentido conceptual y sobrio que no ha sido asimilado por occidente hasta la segunda mitad del siglo XX.
Las luchas civiles continúan hasta el siglo XVI en que se inicia un nuevo orden, prevaleciendo una alianza entre tres clanes que logran la reunificación del país imponiendo un rígido control del poder central mediante el establecimiento de un sistema burocrático muy rígido que controlaba casi todos los aspectos de la vida. Este periodo se conoce como la época MOMOYAMA, en la que la capital estaba en Kyoto. En esta época tuvieron lugar los primeros contactos con occidentales (1542), lo que tuvo consecuencias rápidamente, pues conocieron las armas de fuego y esto hizo que los shogunes empezaran construir fortalezas de piedra y no de madera como se hacía hasta entonces.
La escuela KANO y la escuela TOSA serán las que decorarán los castillos feudales del periodo MOMOYAMA, caracterizándose por un estilo decorativo y colorista y por la representación de escenas de la historia japonesa.
En los primeros años del sigo XVII la capital se traslada a Edo, la actual Tokio, con motivo del nombramiento de un nuevo SHOGUN (generalísimo) Tokuawa Ieasu, con lo que se inicia el periodo EDO. Bajo su mandato se prohibe todo contacto con el exterior, se expulsa los extranjeros, se prohibe el cristianismo e incluso se llegó prohibir la vuelta a Japón de los ciudadanos japoneses que se encontraban en el extranjero.
Este aislacionismo se debía al miedo que la clase dominante tenía a que las nuevas formas de pensamiento que traían los occidentales amenazasen la estabilidad social y los privilegios de que gozaban. Los Tokugawa adoptaron el confucionismo como base ideológica, con lo que la estructura social tiene una rígida jerarquización, en cuya cúspide se encontraba, teóricamente, el emperador, aunque el poder absoluto lo ejercían los Tokugawa. Sin embargo, en este periodo se inicia una cultura eminentemente urbana en la que el peso de las religiones, aunque está todavía presente, se diluye ante otros factores económicos y sociales.
En este periodo las escuelas TOSA y CANO se siguen desarrollando al servicio de la aristocracia, convirtiéndose en un arte decorativista y oficial sin nada nuevo que aportar. Como reacción a este academicismo y en consonancia con el florecimiento de una clase media formada por artesanos y comerciantes, surgen diferentes escuelas alejadas de la rigidez cortesana, que tendrá gran éxito, y que significarán el triunfo de la cultura urbana y de la que sería su máxima expresión: los grabados UKIYO-E.
El periodo EDO se extenderá hasta 1868, año en el que se produce la restauración del poder imperial con la reforma MEIJI, que supuso el paso a una monarquía parlamentaria y el fin del aislamiento.
La apertura de Japón permitió el inicio de la influencia de la estética japonesa en Europa que afectó a todos los campos de la artesanía y el diseño, impulso nuevas tendencias constructivas e irrumpió como una revelación en la pintura moderna, influyendo de forma muy evidente en pintores como Edouard Manet, Edgar Degás, Van Gogh, Paul Gauguin, Henri Toulouse-Lautrec, etcétera
En Japón, la apertura trajo consigo el que se importaran todo tipo de bienes culturales occidentales. La fotografía y las técnicas de impresión occidentales se adoptaron con entusiasmo, lo que llevaría al ocaso del arte del UKIYO-E.
EL GRABADO
Aunque las técnicas de la impresión xilográfica ya se conocían en Japón desde el siglo VIII, imprimiéndose con esta técnica sutras budistas, o reproducciones de deidades budistas, esta técnica se perfeccionó en el siglo XV unida a la publicación de textos y libros.
Al principio de la era EDO, la tipografía sólo se desarrollaba en Kioto y Osaka, pero pronto se inició su desarrollo en la nueva capital, Edo (Tokio) pues el rápido aumento de la población hizo que hubiese una gran demanda de libros. En lugar de enviar los libros, se mandaban las planchas, creándose talleres donde se hacía las copias. Pronto, con la llegada de artesanos y escultores a la ciudad, se fueron elaborando planchas de impresión en Edo siendo los mismos libreros importantes de Kioto y Osaka los que establecieron talleres, contratando dibujantes, xilógrafos y grabadores.
La mayoría de las xilografías de entonces eran obra de artistas poco conocidos y se usaban en la impresión de sencillos libros de entretenimiento y material didáctico. Las láminas de tinta eran monocromas (SUMIZURI-E) y más adelante se iluminaron, primero con rojo bermellón, verde y amarillo (BENIZURI-E) introduciéndose la policromía (NISHIKI-E) en el siglo XVIII.
Los libros ilustrados se hicieron muy populares y fueron apareciendo libros sobre las costumbres y las fiestas con estampas de artistas famosos. Especialmente grande era la demanda de libros con escenas sobre el barrio del placer y sus cortesanas, y sobre el teatro y los actores del KABUKI, eran los llamados “EHON” (libros ilustrados).
Al principio las ilustraciones no iban firmadas, aunque se trataba de grabados de calidad, de ahí que podamos suponer que algunas de ellas fueron obra de Moronobu y otros artistas que más adelante serían reconocidos como importantísimos maestros de la xilografía. Ya en el último tercio del siglo XVI se podían encontrar estampas sueltas.
Por lo general, el artista trazaba la línea o la mancha con el pincel de tinta sobre un fino papel traslúcido. Tenía que guiar el pincel con una seguridad tal que le permitiera trazar contornos exactos, tanto en las pinceladas crecientes como decrecientes, así como finísimas líneas y manchas uniformes. La hoja se pegaba después con el dibujo hacia abajo sobre una plancha de madera de cerezo o de boj, de forma que el dibujo invertido quedara visiblemente fijado sobre la superficie de madera. El grabador se hacía cargo de la tarea siguiente. Utilizando el buril, vaciaba las superficies negras cortando con extrema precisión a lo largo de los contornos del dibujo. Las superficies que debían quedar en blanco o recibir después otra impresión en color, se profundizaban con la gubia en el taco de madera. Después se tiraba una prueba de la matriz en la que el artista indicaba los colores para las siguientes planchas. Se llegaban a cortar hasta diez planchas para los grabados en color.
Los artistas japoneses se formaban en escuelas que dependían de talleres dirigidos por un maestro.
Las escuelas basaban sus enseñanzas en las copias de modelos que consideraban que concentraban con gran exactitud la experiencia pictórica de siglos. Su fin no era que los alumnos consiguieran la imitación externa de los estereotipos, sino que captasen el sentimiento que anima la pincelada, cuyo movimiento debía coincidir con el modelo. Se enseña que la mirada no sólo debe comprobar la forma de las líneas, si no que con el mismo cuidado debe comprobar los espacios intermedios. Las líneas se trazan de una sola vez; el alumno tiene que dominar la técnica hasta conseguir que el trazo sea correcto al primer intento, ya que no es posible corregir un dibujo a tinta china.
La suma de los motivos y rasgos estilísticos configuraban una escuela determinada.
Respecto a la xilografía del UKIYO-E, aunque hubo varias escuelas muestran una imagen unitaria, por la amplitud de temas que tocan y por las técnicas empleadas pues las innovaciones van siendo adoptadas por todos los artistas y talleres.
Los UKIYO-E se caracterizan por la temática que introducen, que pretende mostrar “el mundo que fluye” el mundo fugaz y efímero, la vida cotidiana, figuras femeninas, escenas eróticas, hechos históricos, espectáculos, fiestas paisajes, etcétera. La gran difusión está directamente relacionada con la venta fácil de estas obras que tenían una gran demanda entre la clase media ya que tanto se vendían en libros y carpetas como en hojas sueltas.
Algunos maestros del UKIYO-E
Puesto que fueron muchísimos los artistas que publicaron láminas de UKIYO-E, sólo vamos a referirnos a algunos de ellos especialmente conocidos y reconocidos como grandes maestros de este género:
- MORONUBU: Hishikawa Moronobu. 1618 (quizá 1625)-1694. Hijo de un tintorero y bordador, nació en Hoda, en la bahía de Edo. Es posible que ya en su juventud llevara a cabo algunos dibujos utilizados por su padre para costosos ropajes, de donde se explica su predilección por los detalles y motivos decorativos Al llegar a Edo, en los años sesenta, se concentró enseguida en el arte ukiyo-e. Por aquella época, la xilografía se encontraba todavía en los albores. Se le puede considerar el auténtico creador de la xilografía como género independiente y su primer gran maestro. El delicado juego lineal de sus figuras se convirtió en el ideal del ukiyo-e, y el ímpetu de su composición, aunque imitado por muchos, sólo fue alcanzado por unos pocos maestros posteriores. Funda la escuela Hishikawa, también llamada escuela Edo que se propuso representar la vida de la época. De Moronobu se han conservado unos 150 libros de xilografías con el tradicional grabado en blanco y negro, especialmente sobre temas históricos y literarios, pero también carpetas de motivos para quimonos, libros ilustrados de ukiyo-e y series eróticas.
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- MASANOBU: Okumura Masanobu. 1686-1764. Hijo de un pintor fue vendedor de libros al por mayor, editor y escritor de poemas cortos. En su época se evoluciona del grabado en madera en negro hacia la policromía, proceso en el que él tuvo una participación destacada durante cincuenta años. Se le adjudica la invención del grabado bicolor y tricolor y la primera aplicación del grabado alargado. En su editorial fomentó especialmente la nueva xilografía en color e imprimió también algunas de sus obras. Como pintor Masanobu se dedicó a los temas más diversos. Sus protagonistas procedían de las leyendas épicas, el teatro y la vida en las casas públicas, representando además animales y paisajes. Muestra la influencia europea en la acentuación de la perspectiva. Su obra fue muy copiada, falsificando incluso la firma. Intentó defenderse en vano introduciendo firmas muy detalladas y largas.
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- HARUNOBU: Suzuki Harunobu. 1725-1770, trabajó de 1760 a 1770. Nació y trabajó en Edo, siendo uno de los xilógrafos más importantes de su época. Participó decisivamente en el desarrollo del nishiki-e. En sus obras se aprecia el estudio de la escuela Kanô y los artistas chinos. Es el pintor de las mujeres hermosas (bijin-ga).
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- UTAMARO: Kitagawa Utamaro. 1753-1806, trabajó de 1775 a 1806. La abundancia y diversidad casi ilimitada de su obra ha dado pie a muchos entendidos para considerarle el maestro más importante de la cromoxilogafía japonesa clásica que llevó a su máximo perfeccionamiento. Tras la muerte de su padre se traslado a Edo donde se incorpora en 1775, al taller del pintor Sekien que quizá estuviera emparentado con él. En 1782 abandonó a Sekien. En los años noventa su estilo ya estaba completamente formado y dominaba con sus bijin-ga, mujeres hermosas, el género del ukiyo-e. Lo que le caracteriza sobre todo es el talento compositivo y el uso seguro de la técnica, que se demuestra en la combinación de diversos procesos de impresión, en el grabado en relieve y la aplicación de polvo de plata y oro, así como en el delicado colorido rico en matices. Ningún otro maestro del ukiyo-e se dedicó con tanto éxito a la representación de mujeres hermosas. Prefería los colores frescos y claros, a menudo sobre un fondo brillante con polvo de oro o de nácar espolvoreado por encima. Realizó excelentes libros ilustrados de historia natural con insectos, moluscos, plantas, pájaros... Junto a Utamaro fue uno de los primeros artistas japoneses conocido en Europa. Toulouse-Lautrec fue un gran admirador suyo.
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- SHARAKU: Toshusai Sharaku. De 1770, aproximadamente a 1825. Trabajó en Edo. Su obra es tan genial como misteriosa y enigmática su vida sobre la que apenas se sabe nada. Surge de la oscuridad de la historia, trabaja sólo durante nueve meses, deja 144 obras y vuelve a desaparecer sin dejar huella. Junto a algunas representaciones de luchadores, realizó casi exclusivamente retratos de actores del kabuki Tiene un intenso trazado de la línea y el uso acertado de los contrastes cromáticos, aprovechan todas las posibilidades técnicas de la cromoxilografia. Con sus retratos hiperrealistas, a menudo poco favorecedores, terminó por ganarse la desaprobación del público y el odio de los actores. El público japonés no estaba preparado para el realismo penetrante de Sharaku y su caricatura psicológica, revolucionarios para el ukiyo-e, de ahí que pudieran ser responsables de su cortísima carrera.
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- HOKUSAI: Katsushika Hokusai. 1760-1849, trabajó de 1779 a 1849. Nació en las afueras de Edo. Es uno de los grandes maestros de la cromoxilogarfía japonesa. Comenzó a pintar a la edad de seis años. A los dieciocho años entra como aprendiz en el taller del maestro de ikuyo-e Shunshô. En 1779 se publicaron sus primeros trabajos retratos de actores bajo el nombre de Shunro. En los años siguientes aprendió con distintos pintores y estudió la pintura europea. Hacia 1805 comenzó a estudiar la pintura china y el arte de la ilustración ocupándose sobe todo de la ilustración de novelas. A partir de 1814 comenzó a editar libros de dibujos, los “manga”, reproduciendo en quince carpetas de estilo realista, la vida y la actividad del pueblo, la vida cotidiana, escenas mitológicas, animales, plantas y paisajes. Las series más famosas son “36 vistas del Fuji” y la obra en tres volúmenes “100 vistas del Fuji”. Están consideradas como las obras cumbre de la pintura paisajística japonesa y la cima de la carrera del artista. Su obra abarca unas 30.000 estampas, así como ilustraciones para unos 500 libros. Contribuyó a dar una nueva magnitud a la pintura del ukiyo-e y convirtió el paisaje, así como la pintura de flores y pájaros, en un género autónomo y reconocido. La influencia de Hokusai se debe a su audacia en la combinación de los colores, las perspectivas y los detalles, así como la naturalidad de la representación que a veces presenta un realismo drástico.
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- HIROSHIGE: Utagawa Hiroshige. 1797-1858, trabajó de 1818 a 1858. Fue el último gran maestro del ukiyo-e. A los catorce años ingresa en la escuela de Toyohiro, maestro de ukiyo-e. A la muerte de Toyohiro, en 1828, se hace cargo del taller y adopta su nombre como Toyohiro II. Firmó su primera publicación, una ilustración de un libro en 1818. Estudió también el estilo Kanô. Hasta 1830 se ocupa, como su predecesor, de las representaciones figurativas, realiza estampas de muchachas, actores y guerreros. Tras la muerte de Toyohiro pasa a los estudios del paisaje y la naturaleza. No alcanzaría a fama hasta 1833/34 con las “53 estaciones del Tokaido”, la gran vía imperial que unía Edo con Kioto. Sus paisajes presentan un colorido que reproduce el ambiente de la naturaleza a distintas horas del día y durante las estaciones del año, con lluvia, nieve, viento, en la oscuridad de la noche o en el crepúsculo vespertino. Tiene también delicadas láminas de flores y pájaros. Su obra comprende más de 5.400 xilografías. Influyó también en el arte occidental, sobre todo en los impresionistas que pudieron contemplar sus grabados en las exposiciones universales parisinas de 1855, 1867 y 1878. Vicent van Gogh adquirió varias estampas suyas.
BIBLIOGRAFÍA
Grabados japoneses: Gabriele Fahr-Becker
Historia Universal del Arte: Espasa
Historia Universal del Arte: Sarpe
Historia Universal del Arte. Planeta
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