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BASÍLICA DEL SALVADOR

BASÍLICA DEL SALVADOR: UN CONSTANTE ESTADO DE SITIO




PROTESTABAN MILES DE ESTUDIANTES EN PLENA ALAMEDA, NIEVE CAÍA EN SANTIAGO Y NOSOTROS ESTÁBAMOS ABSORTOS EN EL MÁS SEPULCRAL SILENCIO. ERA ALGO ASI COMO UN BOMBARDEO, UNA ESCENA DE LA ALEMANIA DE POST GUERRA QUE HABÍA VIAJADO MUCHOS AÑOS EN EL TIEMPO PARA CAER DESPARRAMADA EN EL CENTRO DE NUESTRA LEJANA CAPITAL AMERICANA.

ES QUE ENTRAR HOY AL TEMPLO DEL SALVADOR DEL MUNDO DEJA PERPLEJO A CUALQUIERA, NO SÓLO POR LO MARAVILLOSO DE LA CONSTRUCCIÓN, SINO QUE POR EL INENTENDIBLE ESTADO RUINOSO EN QUE SE ENCUENTRA.

ESTE ES EL RELATO DEL INGRESO DE NUESTRO EQUIPO BRÜGMANN A LA BASÍLICA DEL SALVADOR.




El frío, la emoción y la lluvia habían hecho más largo de lo normal el trayecto que hacíamos habitualmente para ver la enorme mole de ladrillos góticos que se levanta en calle Huérfanos con Almirante Barroso.

El "foyer"

Esta vez nuestra visita era un poco más extensa y tenía una motivación especial porque recorreríamos de punta a cabo el interior del derruido edificio. Habíamos sido invitados por miembros de un equipo de trabajo que busca reconstruir la historia de parte importante de la imaginería religiosa europea que resguardan aun las iglesias de Santiago, y la Basílica del Salvador cuenta todavía con algunos buenos exponentes a pesar de los derrumbes y saqueos.

El crujir de la puerta nos dio la bienvenida, e ingresamos a algo así como un Foyer, muy oscuro y deliciosamente decorado... No sabíamos que la iglesia tenía un foyer, había tantas cosas que no sabíamos…Entonces ¿Qué conocemos realmente de la Basílica del Salvador?, esa pregunta intentaremos responderla brevemente

Hace 148 años el agónico murmullo que entre las llamas estremecía a Santiago, se extinguió de repente cuando la torre de la Iglesia de la Compañía de Jesús cayó frente a la mirada atónita de cientos de desesperados feligreses que veían como el fuego además de consumir el templo se llevaba cruelmente la vida de más de 2000 almas.


No hubo espacio para los lamentos, el dolor de todas las familias de la capital era insoportable. Sobre las ruinas se alzó un monumento conmemorativo y más tarde parte de los jardines del Congreso Nacional.

Como no se quería ensuciar el sitio donde murieron tantas personas se eligió construir el nuevo templo en una zona alejada del centro, en los terrenos de la antigua Casa de Ejercicios San José, propiedad donada por el Arzobispo Vicuña.

Así en 1864 el nuevo Arzobispo Rafael Valentín Valdivieso ordenaba la re edificación del Templo de la Compañía, dedicado al Salvador del mundo, y tras algunos contratiempos se puso la primera piedra en 1873, diez años después de la tragedia.
Mariano Casanova- Arzobispo de Santiago 1886-1908

Durante el tiempo que comenzó la construcción se suscitaron graves conflictos teológicos y políticos que pusieron en jaque el poder de la Iglesia Católica. Eran tiempos en que las mayorías conservadoras se enfrentaban a la creciente aparición de grupos liberales que abogaban por una disminución del poder eclesiástico, reformas tributarias, transformaciones económicas, políticas y sociales, que desencadenaron en 1891 una guerra civil. Consciente de estos cambios, Monseñor Casanova hizo un Voto Solemne y agilizó los trámites para consagrar la Arquidiócesis de Santiago al Sagrado Corazón y finalizar la edificación del templo, que simbólicamente “salvaría” a la Iglesia católica chilena.
“Cada uno prometemos hacer cuanto nos sea posible por levantar este trono y altar donde se venere vuestro Santísimo Corazón y os pedimos una nueva y preciosa gracia: que seáis siempre, el Salvador de la Iglesia Chilena”, fueron las palabras de Monseñor Casanova al consagrar el templo entre las arquerías a medio terminar el 10 de junio de 1888.
Las obras se encargaron al conocido arquitecto alemán Teodore Burchard – del que ya hemos hablado frecuentemente en este blog- y al Presbítero español don Ignacio de Zuazagoitía y Jaraquemada.

El arquitecto dejó caer la peculiar magia del “sondergotik” (gótico tardío), con su variante arraigada a la zona sur oriental Alemana, utilizando una singular propuesta arquitectónica denominada “Hallenkirche”; que se caracteriza por ser una iglesia cuyas naves laterales tienen la misma o casi la misma altura que la nave central, haciendo del espacio algo unitario y magnífico, que se complementa al incorporar ventanas de grandes dimensiones dispuestas en los muros laterales. Además elimina el transepto y el coro separado, y se contrapone a la típica planta basilical.


El Hallenkirche está presente en la St. María zur Weise, en Renania (izquierda). Su típica planta y el espacio interior iluminado por grandes vidrieras, guarda especial similitud con nuestra Basílica del Salvador (derecha).



El resultado fue una enorme iglesia de albañilería de ladrillo sin refuerzos metálicos, de 88 metros de largo por 37 de ancho, y una altura máxima de 30 metros. El templo consta de tres esbeltas naves, amplio crucero y un enorme presbiterio. La capilla y la sacristía están junto al ábside. Toda la estructura es circundada por galerías con bóvedas de ladrillo tan bien trabajadas, que sorprenden hasta hoy por la minuciosidad del trabajo. Diversos datos periodísticos corroboran que los trabajos de ornamentación interior estuvieron a cargo del pintor Aristodemo Lattanzzi Carrafa, famoso entre los círculos más privilegiados de Santiago, quien con exquisita paciencia delineó delicadas filigranas doradas, en una composición que recuerda la Sainte Chapelle de Paris. Los retablos fueron esbozados por Onofre Jarpa; las piezas de bronce y los candelabros del Altar Mayor de más de dos metros de altura fueron diseñados por Virginio Arias, y cincelados en Paris.

Policromía ornamental en la Sainte Chapelle de Paris.

El órgano de dos cuerpos, con tres teclados y 36 registros, fue construido con una tubería de aleación muy escasa (estaño y plata) que mejora la calidad de los sonidos y fue instalado por el organero Argentino Sr. Poggi, siendo este instrumento uno de los mejores que poseía Chile.

El presbiterio se recubrió con parquet de roble americano, y se construyó una gradería de mármol de carrara, material que también recubrió los estrados y cubre mesas de doce altares. Las vidrieras fueron encargadas a la prestigiosa firma “Mayer” que proveía de finos vitrales a las mejores congregaciones de Europa. Las esculturas que adornan los altares fueron encargadas a España: Los conjuntos escultóricos de la Inmaculada, el del Sagrado Corazón y de San José. Las imágenes de San Juan Evangelista, Santa Teresa de Jesús, San Elías profeta y algunas otras.

La capacidad máxima de la iglesia alcanza las 8.000 personas.

La Nave central de la Basílica del Salvador en 1930. Fotografía gentileza de Ronny Ibacache Monroy.

El 22 de junio de 1900 el Arzobispo Casanova consagró la Arquidiócesis de Santiago al Sagrado Corazón, en una multitudinaria manifestación en el Templo del Salvador, que le está especialmente dedicado, cumpliendo el Voto Solemne hecho años antes: “Así quedó también cumplido el voto hecho en el mismo lugar por el Pastor y la grey en horas de suprema angustia para los intereses religiosos de la Nación”, decía el Arzobispo.


Vitral en el sitial del Coro, que representa la consagración de la iglesia por el Arzobispo Casanova en 19


La Iglesia del Salvador era ya hace algunos años el sitio de reunión de las más connotadas familias y las más concurridas celebraciones. Su importancia se había acrecentado con la Guerra del Pacífico y los conflictos políticos. Sin ir más lejos la mismísima Cofradía del Carmen (con la Imagen de la Virgen patrona del Ejercito Chileno que causaba gran devoción) había hecho de la iglesia su sede, además de 15 cofradías más. Es por eso que desde 1900 -El Salvador- se convierte en el templo más animado, centro de bautizos y matrimonios, misas y procesiones, que partían desde este lugar a la Catedral en la Plaza de Armas.

Salida de la Virgen del Carmen desde la Iglesia del Salvador en 1911. Revista Zig Zag



"Con gran solemnidad se llevó a efecto el domingo último la procesión de la Virgen del Carmen. Minutos antes de las cinco salió la procesión del Templo del Salvador y recorrió en seguida las calles de Huérfanos, Amunátegui, Alameda, Manuel Rodríguez, Agustinas y Almirante Barroso. Durante el trayecto desde sus balcons, numerosas damas arrojaban flores al pasar las andas. Todas las andas y muy especialmente la de la Virgen del Carmen, llamaban la atención por lo artístico y sencillo de su presentación. Esta última era escoltada por los alumnos de la Escuela Militar". Zig Zag 2011.



De esos devotos de antaño y manifestaciones bulliciosas poco queda hoy, cuando nos enfrentamos a la cercada fachada, donde sólo el palmotear de palomas y uno que otro auto interrumpe el silencio. Entrar eso sí, es aun más paradójico.

Ya estábamos en ese “foyer” magnífico, que iluminado seguramente nos entregaría los más interesantes recovecos y formas del gótico que tanto intentó Burchard por rememorar. Entre la penumbra las arquerías se abrían y la pilastras mostraban capiteles ornamentados con rostros alados, entre policromía dorada y verde.

Pero ya era hora de entrar a la nave principal, y nosotros nos apuramos tanto que el golpe de luz que azotó nuestros ojos ya acostumbrados a la penumbra, hizo de ese lapsus uno de los momentos más memorables de nuestra terrenal existencia.

El frío invernal de un día nevado nos despierta de ese letargo, y lo primero que podemos ver es el miserable conjunto de ladrillos, vitrales y estuco que se apila bajo la arquería de lo que antes fue un lujosa vidriera de Mayer. El agua cae desde el vano abierto, y moja todo esa albañilería centenaria donde incluso ya se asoma el verdor del selvático pasto. Miramos a nuestro alrededor y por fin vemos los gruesos pilares elevarse a más de 30 metros de altura. Una altura a otra escala, un espacio sin igual… esto no es Chile, es la Alemania Bávara, esta decoración e inmensidad no es algo común en el “siempre bien medido” panorama de nuestro país.

El minucioso trabajo de Lattanzzi se ve por todos lados: La policromía multicolor fue complementada con oros y platas traídas de Europa, formando peculiares filigranas donde prima el tono dorado, lo que le valió al edificio el apelativo de “Iglesia de Oro”. Estos trabajos vinieron a terminarse recién en 1920.

La primera impresión que recibimos. Fotografía de los autores, 2011.


La decoración interior estuvo a cargo del Maestro Aristodemo Lattanzi Carrafa. Fotografía de los autores, 2011.

A nuestro alrededor la desolación es intensa, sobrecoge la belleza ruinosa del edificio: Pilares de concreto que sustentan el cielo destruido, que deja ver las vigas de la techumbre. Yesos en el piso, escombros y trozos completos de paneles pintados de estrellas doradas. Casi no hay un espacio sin escombros, y entre ellos se ven altares de mármol, algunos limpios otros destruidos. En el centro está la famosa “pirámide de seguridad”, sitio para escabullirse ante un derrumbe.

Seguimos caminando y nos detenemos en el centro de la iglesia. Las tres naves se ven enormes, miramos al sur y está el área de ingreso, con el espacio para el famoso órgano, hoy inexistente. Las puertas están bloqueadas por los escombros, y pueden verse los arcos ojivales y parte de la pesada baranda de líneas goticistas, que no sucumbió ante los numerosos terremotos que ha debido pasar.


Escombros y daños en el muro poniente. Fotografía de los autores, junio 2011.

Interior de la Basílica del Salvador: Detalles de escombros y pilares de concreto- El espacio del Coro y deterioro- La pirámide de seguridad al centro de la nave central. Fotografias de los autores, 2011.


Interior de la Basílica del Salvador: Deterioro en la nave oriente- Restos del comulgatorio tallado-- La pirámide de seguridad al centro de la nave central. Fotografias de los autores, 2011.
Es que la Basílica del Salvador ha sobrevivido a muchos sismos. La fachada original de ladrillos a la vista soportó el recordado terremoto de 1906 –que destruyó Valparaíso- sufriendo eso sí la caída de arquerías y arbotantes completos en la zona lateral; y enormes trozos de albañilería que complementaban la pesada fachada principal. Así también el sismo hizo caer la reja que custodiaba la antigua Plazoleta del Salvador, que era de madera y en hermoso estilo gótico.

De la destrucción interior no tenemos mayores datos, pero hay que considerar que la ornamentación, policromía, vidrieras y embaldosado de la iglesia, recién fueron terminados a inicios de 1920. El mayor cambio que se registra es la transformación de la cubierta de tejas por planchas de fierro galvanizado y el amarre de algunos pilares con fi

Terremoto de 1906 y daños en la Basílica del Salvador. Revista Zig Zag.

En las décadas de 1960 y 1970 otros sismos debilitan la estructura del templo, registrándose fisuras y grietas en los pilares. A inicios de los ’80 se demuele la Casa parroquial –que era una construcción de adobe anterior a la iglesia, donde estaban las bodegas y la casa del sacristán- ubicada al oriente por calle Agustinas.
El mayor daño se ocasiona en 1985 cuando el terremoto del 3 de marzo la destruye cruelmente: Dos pilares colapsan desmoronando parte del cielo abovedado, ocasionando además la destrucción del piso. Parte del ábside cae por completo, así como también los arcos ojivales que se rajan y caen estrepitosamente al piso, perdiéndose los vitrales. Los muros del coro caen sobre la tubería del órgano, destruyendo casi por completo ese invaluable instrumento musical. Los arbotantes quedan visiblemente dañados, se pierden partes completas de la fachada y arquerías. El templo debe ser amarrado y sustentado en sus muros laterales, por miedo al colapso. Desde ese día queda totalmente cerrado al público, de eso ya van 26 años.



Daños en el interior del templo tras el terremoto de 1985. Vista del Transepto y la nave central.


Los trabajos de reconstrucción luego de ese terremoto privilegiaron –por supuesto- la estructura del templo, construyéndose dos pilares de concreto para evitar que el cielo colapsara, y se reconstruyó con ladrillo los muros que habían caído. También se rehicieron los vitrales a cargo del maestro Hernán Pizarro, se rehicieron las fachadas del crucero, con gran exactitud, y se implementó la capilla lateral para las misas. Pero la falta de fondos impidió que los trabajos continuaran…

Y el templo se convirtió en otro “cacho” patrimonial, llenando por años las portadas e implementándose diversos proyectos de reconstrucción, que como estamos acostumbrados siempre quedaron en nada. Hasta que la luz de esperanza más estable la dio la Oficina del arquitecto Eugenio Joannon, que estaba a fines de 2009 implementando todo un plan de emergencia para poder estabilizar la estructura y posteriormente restaurarla por completo. En eso estaba la iglesia, con fondos millonarios por fin cedidos y listos para utilizarse, cuando sobrevino el terremoto del 23 de febrero de 2010.

Y acá estamos en la ruina que dejó ese paradojal sismo.

Daños en el exterior de la Basílica tras el terremoto de 2010. Fotografías de los autores.
El ábside de la Basílica.

Caminamos por la nave central hacia el presbiterio, tan alto y amplio que podría ser perfectamente otra iglesia. El piso es de parquet y aun se ven los restos del antiguo comulgatorio, tallado artísticamente en madera. Entre las arcadas que forman las pilastras en el muro, hay escenas pastoriles con colores vibrantes, firmadas por A. Lattanzzi en 1903. Miramos hacia el cielo a la bóveda de crucería, que es iluminada por largas vidrieras Mayer. A los costados existen dos salas: La Capilla y la Sacristía.

La sacristía oriente es una amplia sala donde se conserva parte de las bancas de la iglesia, todas talladas. El piso de parquet se ilumina por grandes ventanas ojivales, el cielo es una bóveda de crucería en tonos celestes y dorados, desde donde pende una pequeña lámpara de lágrimas. Al fondo existe un altar dorado, en el muro un pequeño sagrario con puerta ojival e interior entelado con delicada seda, donde antiguamente se resguardaba la hostia y el cáliz. Vemos la imagen de un Cristo policromado. La miramos con atención, no es algo al azar… es parte del conjunto escultórico del Sagrado Corazón, el mismo que en 1900 al consagrarse la ciudad de Santiago al Sagrado Corazón, salió en procesión junto al Arzobispo Casanova por las calles centrales bendiciendo con sus brazos abiertos, ante el fervor popular de los millares que lo vieron pasar. Tal extraordinaria pieza artística española estaba sola, sin sus antiguos acompañantes, con su base carcomida por el agua y en el más absoluto abandono, porque su altar original hoy está bajo los esc
La Sacristía, vistas generales y el espacio del Sagrario, completamente entelado. Fotografías de los autores, 2011.

El conjunto escultórico del Sagrado Corazón original- El Sagrado Corazón hoy.

La sacristía poniente, es otra sala con cielo abovedado y piso de parquet levantado por las continuas filtraciones. Acá la desolación es evidente, los muros primorosamente decorados están llenos de fisuras y grietas; existen tuberías, muebles de cocina y baño, vestigio lamentable de una ocupación clandestina por un grupo de inmigrantes, que además de dañar la sala, robó sin piedad muebles y objetos históricos que se intentaban conservar. Se salvaron algunos muebles de gran factura: una mesa de caoba con cubierta de mármol, un par de roperos antiguos y otra mesa rectangular, además de partes de candelabros de bronce y algunas esculturas mutiladas.


Vistas generales del espacio de la Capilla- Un trozo de candelabro, conservado en uno de los roperos. Fotografías de los autores, 2011.
El estado lamentable de los pisos y muros se palpa en la Capilla. Fotografías de los autores, 2011Volvemos a la nave principal… nos llaman la atención dos fabulosos altares con imágenes de madera policromada y mármol. El primero de ellos está ubicado en uno de los pequeños ábsides ochavados junto a la zona del presbiterio. Es una alta construcción gótica, con pináculos y arcos ojivales, cuya policromía es iluminada por coloridos vitrales. Resguarda este altar el conjunto de San José, talla traída de España a fines del siglo XIX y que se eleva sobre una peana decorada con arquería y rosetones.

La otra imagen está sobre un retablo adosado al muro lateral, en el área del transepto. Un par de pilastras góticas se elevan hasta formar pináculos, creando al centro un frontón con arco ojival del que cuelgan guirnaldas doradas. Un pedestal de mármol blanco sostiene la imagen de una “Pietá” del mismo material, tan bien trabajada que se le atribuye al escultor Virginio Arias quien realizó algunas piezas de bronce para el edificio.
El Altar de San José. Fotografías de los autores, 2011.
La Pietá y su altar. Fotografía de los autores, 2011.
El sepulcral espacio es iluminado por las ya comentadas vidrieras del Taller Mayer, que tenía sede en München - en el estado de Baviera- famoso por ser un polo cultural artístico de gran calidad. Fueron estos vitrales construidos presumiblemente entre 1909 y 1919, porque se sabe que en 1920 estaban todos ya puestos en sus respectivos vanos; según indica Patricio Díaz, autor de Vitrales en Santiago de Chile, 2007.

Son en total 26 vitrales: una serie de once vitrales que se ubican en la zona del ábside y capillas adyacentes, tienen 1,50 metros por seis metros de altura, y representan la Santos de la Iglesia Católica, como San Mateo, San Marcos, San Jacobo, entre otros.

La segunda serie son 14 vitrales que se ubican en los muros laterales de la iglesia, y tienen mayor formato. Miden 3 x 6 metros, y representan escenas de la vida de Jesús; La Anunciación, la Crucifixión, la Huída a Egipto, la Sagrada Familia, son algunos de los pasajes.

El último de los vitrales está en el sitial del Coro, mide 4,50 x 8 metros de altura, y representa la entrega de la Iglesia a la ciudad y al Sagrado Corazón, por el Arzobispo Casanova en 1900. Es quizás la más impresionante de las vidrieras
Aspecto actual del Vitral Principal de la Basílica. Fotografía de los autores, 2011.
Deterioro actual del vitral "Jesus en la Cruz". Fotografía de los autores, 2011.

Vitrales en la zona del ábside principal. Fotografías de los autores, 2011
Miramos hacia el oriente y en otro ábside ochavado se levanta un altar más magnífico que el de San José. Es el Altar de la Virgen del Carmen, completamente revestido en mármol, bronce, lapislázuli y ónix, tan lujoso que conmueve al verlo vacío.

La construcción de éste altar está estrechamente ligada a la iglesia desde fines del siglo XIX, cuando la Cofradía del Carmen decidió trasladarse a la Iglesia del Salvador en 1890. Como sus miembros eran parte de las más ilustres familias de Santiago, donaron a su llegada la suma de 75.000 pesos oro de la época para la finalización del templo, y todos los ladrillos que se utilizaron para el primer pavimento con que contó el edificio. En 1892 donan otros 20.000 pesos para la adquisición del gran Órgano de dos cuerpos. Más tarde donaron los fondos para la instalación de Alumbrado a Gas, y posteriormente el dinero para la instalación de Luz Eléctrica.

Pero es sin duda alguna que la presencia de la imagen de la Virgen del Carmen era la "entrega simbólica" más valiosa que hacía la cofradía. Ésta virgen había sido encargada a la Casa Rorissier de Paris en 1828 por don José Ramón Ossa y Mercado para su capilla privada en Copiapó, pasando más tarde a la sucesión Ossa Quesney y siendo adquirida en 1874 por la Cofradía. Tras el terremoto de 1985 la imagen peregrina por diferentes iglesias, hasta que en 1996 por decreto se traslada a la Capilla del Sagrario en la Catedral. Esta imagen se hizo aun más famosa al ser víctima de un cruel atentado artístico, siendo completamente incendiada por un torpe inescrupuloso. La imagen restaurada por un equipo multidisciplinario del CNCR (Centro Nacional de Conservación y Restauración) y dirigido por Mónica Bahamondez, hoy se mantiene en El Sagrario.
La Virgen del Carmen, saliendo a procesión de la Basílica del Salvador. Revista Zig Zag 1910
Folleto que anuncia la Coronación de la Virgen del Carmen en el Templo del Salvador, el 19 de diciembre de 1926. Fuente: Archivo Brügmann

La construcción del altar se inicia en 1927, sobresaliendo la figura de Monseñor Rafael Salas Edwards, Obispo de Dodona y Obispo Castrense, quien era un gran amante de la patria, devoto de la Virgen del Carmen y había participado activamente en la construcción de edificios religiosos, transformaciones de la Iglesia y en la consagración años antes del Altar Mayor de la Iglesia del Santísimo Sacramento.

Bajo su iniciativa se forma una comisión para construir el Altar. Personalmente pidió al Regimiento de Arica que extrajera un trozo del famoso Morro, que sirvió como la “primera piedra”. El Nuncio Apostólico Monseñor Hétore Felicci en una multitudinaria ceremonia efectuó la solemne bendición, y dentro de un tubo metálico sellado se inscribe: “En este instrumento se deja constancia solemne de la gratitud que la nación Chilena, debe a la Virgen del Carmelo, Patrona y Reina Coronada de Chile…”, el 19 de diciembre de 1927
El Altar de la Virgen a inicios del siglo XX- El Altar en 1980- El Altar desolado en 2011.
El Altar fue ideado por la Firma Lyon & Azócar, y los trabajos encomendados a la Marmolería de Santiago Ceppi. La cámara está revestida en mármoles blanco y rosado, ónix café y lápizlázuli, con respectivas puertas de acero; mientras que los decorados de bronce y la peana que sustentaba la imagen provienen de cañones fundidos de la Guerra del Pacífico. La estrella de Plata que coronaba el Altar fue donada por los Obreros de Chile. Fueron ocho años de intenso trabajo, que culminaron el hermoso altar gótico que se funde perfectamente con las líneas arquitectónicas del templo.

La presencia de ésta imagen, el gran fervor entre la población y la importancia de las cofradías presentes en El Salvador, hizo que el Papa Pio XI elevara la iglesia al rango de Basílica el 24 de julio de 1938.


Dibujo original del proyecto del Altar por los arquitectos Lyon & Azócar. Gentileza Ronny Ibacache Monroy.
Este altar hoy vacío y en la más completa penumbra, se mantiene intacto junto a la memoria de su artífice Monseñor Edwards. Adosado al muro está una placa conmemorativa de ese insigne hombre de iglesia, a quien los años y la enfermedad impidió pudiera ver su obra concluida. Mientras era construido el altar, la salud de Edwards se quebró y lentamente tuvo que ceder responsabilidades. Como aferrándose a un sueño participó hasta el último momento en los trabajos del Altar, pero al no tener más fuerzas entregó en septiembre de 1935 las llaves a la Presidencia de la Cofradía: “Con estas llaves entrego las últimas fibras sensibles que me quedan en el corazón…” expresó. Murió tres años después y fue enterrado -como el pidió- a los pies de la Virgen, en el Templo del Salvador.
El sepulcro de Monseñor Edwards, en el muro oriente junto al Altar de la Virgen del Carmen. Fotografía de los autores, 2011.



Tantas historias han pasado por ese desolado rincón que pisamos, tantos recuerdos que lamentablemente hoy nosotros –jóvenes historiadores nacidos en las postrimerías del siglo XX- no tuvimos el privilegio de presenciar y nutrir nuestras almas con las bondades de tantos edificios, objetos y costumbres desaparecidas, que son hoy un recuerdo imborrable en los abuelos y las páginas de un viejo libro.




¿Qué más podemos decir de la Basílica del Salvador?... Caminamos hasta el foyer y por una pequeña puerta de casi 80 cms de ancho, nos escabullimos por una escalera de caracol en la más completa oscuridad, subiendo casi 15 metros sin darnos cuenta, hasta llegar al espacio del Coro. A nuestras espaldas está el vitral más asombroso de la Basílica, tiene más de 8 metros de altura y representan en su arco ojival, al Obispo Casanova entregando la Basílica del Salvador, cuya fachada aun ostenta la magia del ladrillo.

La puerta de acceso a la escalera- Escalera de caracol- Un pequeño vano entre la albañilería- Vista hacia el exterior desde una loggia. Fotografía de los autores, 2011.



La Nave Oriente y el Altar de la Virgen del Carmen, desde el Coro. Fotografía de los autores, 2011.

Imágenes desde el Coro hacia la Nave Central. Se observa la completa policromía de Lattanzi, las arquería de la bóveda y los pilares que mantienen sus tonos dorados. A la derecha el vano destruido, donde antes existía un hermoso vitral Mayer. Fotografía de los autores, 2011.

Fachada principal ideada por Josué Smith. Fotografía del 2010

Recordemos que la Fachada por calle Huérfanos fue estucada en 1932 por el célebre arquitecto Josué Smith Solar, quien intentó –no sabemos si el proyecto original lo contemplaba- finalizar el goticismo de la construcción, añadiéndole una fachada estucada con las más asombrosas formas, que incluye tres grandes portadas con profetas, pináculos y grandes loggias. Incluso a petición de Monseñor Crescente Errázuriz, se consideró la creación de dos grandes torres “idénticas a Notre Dame de Paris”, que nunca se pudieron erigir. Todo el proyecto quedó inconcluso años más tarde por falta de fondos.


Nos queremos despedir de la Basílica… miramos los hermosos vitrales de Mayer: San José, el Sagrado Corazón, San Lázaro, San Pablo, San Juan y San Mateo, nos despiden afligidos como queriendo pedir que no los olvidemos, temiendo sea la última vez que sigan en pie. Es que el estado de la iglesia no es menor, y nos recuerda la visita que hicimos en esa misma fecha al Palacio Pereira. Son estos dos inmuebles los que más han llamado la atención por el ruinoso estado en que se encuentran, y son también igual de destacables dentro de la arquitectura nacional. Qué paradoja pensar que tales hitos estén en similares condiciones, esperando caer ante la mirada atónita de los transeúntes.



La inconciencia patrimonial es evidente ya en el estado ruinoso de la iglesia, pero eso no basta al parecer para los torpes vándalos que acaban de destruir la imagen de Jesus Nazareno que estaba fuera de la iglesia desde los años 80 y que era centro de devoción de toda una comunidad. En la imagen derecha, la misma escultura cuando estaba al interior de la Basilica. Fotografía colección de la Biblioteca Nacional.

Es que parece que la Iglesia del Salvador del mundo, que quiso sepultar una lamentable tragedia, unir nuevamente al Pueblo Chileno y resguardar en sus muros el fervor no sólo religioso, sino de todos los amantes del patrimonio; esté a segundos de ser devorada ahora no por las llamas –como su antecesora- sino que por algo mucho peor, la desidia de un pueblo entero que la ha olvidado, sin comprender que la vida, la historia de una nación próspera y civilizada, está claramente basada en la mantención de un hilo conductor con el pasado y no en satisfacer necesidades inmediatas efímeras, como está tan acostumbrada esa nueva sociedad globalizada en que se ha convertido Chile.

Educación de calidad, mejoras en la salud y vialidad; reformas tributarias y cambios a la Constitución parecen ser eslogan que hoy en boca de todos suenan tan fuertes que parecen generar un cambio en la conciencia de la gente. Nos preguntamos si alguna vez el Cuidado al Patrimonio será parte de otro eslogan… porque a pesar de las transformaciones que hemos vivido, el Chile de hoy es poco amigable e instruido.

Mientras los cambios ocurren esperemos que la obra de Burchard se mantenga en pie, se re activen proyectos de restauración y la Basílica del Salvador siga resguardando al indiferente pueblo Chileno como lo ha venido haciendo hace ya 138 años

La conmemoración de los 50 años de la Coronación de la Virgen del Carmen, en 19 de Diciembre de 1976 - La misma nave nave hoy.

Fernando Imas Brügmann

Mario Rojas Torr
BIBLIOGRAFÍA
ALBERT DE PACO, J. El Arte de reconocer los estilos arquitectónicos. Editorial optima. Barcelona. 200
DIAZ, P. Vitrales en Santiago de Chile: Obras conservadas en iglesias y edificios civiles. Ocho Libros Editores. Santiago de Chile. 2007

Catálogo Monumentos Históricos comuna de Santiago. Dirección de Obras Municipales. Santiago de Chile. 1998



LABORDE, M. Templos Históricos de Santiago. Ed. Emol. Santiago de Chile.1987



PEREZ DE ARCE, M. Smith Solar & Smith Miller Arquitectos. Ediciones Universidad Finis Terrae. Santiago de Chile. 2011



POIRIER, E. Chile en 1908. Imprenta Barcelona. Santiago de Chile. 1909



Revista Zig Zag. Octubre a diciembre de 1910.



Revista Zig Zag. Octubre a diciembre de 1911.



Tres Recuerdos Históricos, Basílica del Salvador 1873-1973. Folleto conmemorativo. Imprenta Andina. Santiago de Chile 1973.





http://brugmannrestauradores.blogspot.com/2011/12/la-basilica-del-salvador-un-constante.html

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